La letra de un niño puede ser la clave para detectar dificultades motoras, entre otras dificultades, y por ello tanto educadores como padres deben estar pendientes de la evolución de su escritura. Es importante y no deben descuidarse las importantes repercusiones que pueden tener en el desarrollo de la personalidad y de la escolaridad. Como logopeda, en muchas ocasiones me encuentro con la siguiente pregunta “¿Debo insistir a mi hijo que practique con cuadernillos de caligrafía?”. En los casos en los que un niño sufre distrofia o extrema dificultad en su capacidad de escribir, mi consejo es claro: el niño debe acudir a un reeducador especializado.
¿Cuándo decimos que un niño es disgráfico?
Hay muchas definiciones pero podría decirse que es aquel niño que sin tener ningún déficit intelectual, neurológico o afectivo, tiene una calidad de escritura deficiente y como resultado su escritura es ilegible o demasiado lenta. No se diagnostica antes de los 7-8 años aunque la dificultad grafomotriz se aprecia con anterioridad. Hay que aclarar que la escritura de un niño disgráfico no se parece a la de un niño más pequeño.
Signos de alerta:
- Letras no reconocibles.
- Grafismos que permiten la confusión de letras: m con más de 3 arcadas, omisión o exageración de bucles en b o l, letras abiertas o angulaciones.
- Dirección inadecuada en el trazo de los óvalos y en las uniones.
- Dobles óvalos.
- Letras hechas en 2 o más veces..
- Errores de precisión.
- Signos relativos a la forma, a la cohesión, al tamaño, al espaciado y separación de los renglones.
- Márgenes irregulares.
- Irregularidades en la inclinación.
- Y por último, el conjunto es sucio, es decir un escrito que da sensación de suciedad.
Estas dificultades son superadas con un buen programa grafomotor personalizado a cada niño. Mi experiencia me lleva a encontrarme casos de niños desmotivados hacia la tarea escritora. Unas veces por el esfuerzo que le supone al tener problemas grafomotores, y otras, por el hecho de que algunos educadores o padres no se dan cuenta de que la escritura evoluciona con el niño y en este proceso se refleja en su personalidad, madurez y motivaciones. Como resultado, es muy común que a ciertas edades abandonen el modelo caligráfico enseñado en la escuela y adquieran su propio modelo sin que por ello su escritura tenga que ser fea o ininteligible.
Mª Mercedes Pablo Eguren – Logopeda